Un estilo de vida minimalista consiste en simplificar nuestro día a día: cualquiera puede conseguir que su día sea más complicado, pero requiere astucia conseguir que no lo sea.

Las prisas, el estrés y las distracciones se instalan en nuestras vidas como algo inevitable. Y lo más curioso es que nos acostumbramos a este tipo de caos y terminamos por pensar que es normal.

Reflexiona sobre por qué te sientes tan estresado al finalizar el día. Una de las grandes lecciones que he aprendido es que, poco a poco y con paciencia, puedes conseguir que tu vida sea más fácil y más feliz.

ESTILO DE VIDA MINIMALISTA

Si quieres conseguir un estilo de vida minimalista, puedes seguir estos sencillos pasos gradualmente:

  • Identifica lo importante, elimina el resto.– Para conseguir un estilo de vida minimalista tampoco es necesario hacer un cambio drástico. Identifica poco a poco aquellas tareas que complican tu día a día: ser productivo no significa hacer muchas cosas a la vez, si no dejar hecho aquello que es importante. Aprende a priorizar todo aquello que haces y a identificar lo que es realmente importante para ti y aporta valor a tu vida. El resto, elimínalo o dedícale el menor tiempo posible.

 

  • Organiza tu espacio físico. La limpieza y orden de nuestro espacio físico tiene un impacto directo en la calidad de nuestro espacio mental. Las distracciones visuales de tu entorno limitan tu productividad en aspectos que ni siquiera percibes. Para conseguir un estilo de vida minimalista, deshazte de todo aquello que no necesites: no tengas en uenta si tienes muchas o pocas cosas, sino si lo que tienes aporta valor a tu vida.

 

  • Elimina las distracciones. Cierra la puerta de tu cuarto,  apaga el móvil, desconecta Internet… si realmente quieres ser productivo, elimina todo aquello que pueda distraer tu atención de la tarea que estás completando.  El estilo de vida minimalista es perfecto para concentrarse en lo realmente importante.

 

  • Completa una tarea, y pasa a la siguiente. No rellenes cada hueco de tu día con tareas, céntrate en completar aquello que es prioritario para ti. Una vez que esté zanjado, pasa a otra cosa. Cumplir poco a poco tus objetivos es más motivante que tener muchos frentes abiertos y ninguno sin cerrar. Dejar espacio es esencial para conseguir un estilo de vida minimalsita.

 

  • Atrae el pensamiento positivo. No dejes que la actitud o acciones de otras personas estropeen tu buen humor, Un minimalista evita que su estado de ánimo sea de enfado o resentimiento, aunque tenga una buena razón para ello, si no que enfoca su energía en pensamientos positivos que benefician su estado de ánimo. Establece pequeños hábitos que te ayuden a conseguirlo día a día.

 

  • Deja las cosas estar. Para conseguir un estilo de vida minimalista, no pretendas controlar todo lo que pasa en tu vida. Si los problemas y las complicaciones que no tienen solución te generan estrés, no conseguirás disfrutar de la vida plenamente. Aprende que hay cosas que por mucho que quieras, no puedes controlar, y no gastes ni un solo minuto de tu tiempo en ellas. No puedes cambiar a las personas ni ciertas circunstancias de tu vida, así que simplemente, déjalo estar y no le des más importancia de la necesaria.

 

  • Sé agradecido.  Tendemos a pensar que necesitamos más para ser felices, cuando en realidad necesitamos menos: menos distracciones, menos estrés, menos preocupaciones… Aprende a apreciar lo que tienes, y sobre todo, abandona el pensamiento de que las posesiones materiales son las que te aportan felicidad: al final lo que recordamos son momentos, no cosas. Si quieres conseguir un estilo de vida minimalista, piensa que lo que tienes probablemente sea más que suficiente y reflexiona sobre lo afortunado que eres en tus relaciones personales.

Si te gustaría leer más sobre mi experiencia puedes hacerlo en «Mi experiencia siendo minimalista» «Ser minimalista: mi elección»  «simplificar nuestra vida» y «tener menos»

3 comentarios en “ESTILO DE VIDA MINIMALISTA”

  1. Quiero ser minimalista. Quiero sacar de mi vida todo lo superfluo. Mi casa está llena de trastos, cosas que sé que son innecesarias, mías o de mi familia, y que permanecen en un rincón durante semanas. Cuando las recojo y pregunto ¿puedo darlo o tirarlo? alguien salta escandalizado ¡Ni se te ocurra!, sirve para… y dicho objeto vuelve a estar en un rincón varias semanas más (o meses, o años si lo dejo).

    A ver, soy una mujer muy feliz, pero a veces me siento saturada por ese desorden que prevalece en mi casa por encima de todas las cosas. De todos los pasos que mencionas, sólo consigo los tres últimos, aunque también me parecen importantísimos: soy agradecida, soy positiva y (en los últimos meses) he aprendido que, no sólo no puedo controlarlo todo si no que tampoco soy culpable de algunas cosas de las que sí soy responsable pero que, por una causa u otra, se estropearon (falta de tiempo, de conocimiento, de paciencia). En estos últimos casos, si puedo ponerle remedio, me pongo manos a la obra, si no, pido disculpas de corazón e intento que no vuelva a ocurrir.

    Pero, como he dicho antes, el caos me supera en algunas ocasiones y me siento frustrada. Empiezo tareas, seguro que demasiado ambiciosas, que no consigo acabar. Lo normal es que empiece con un rincón de una habitación, y al ir a llevar algo a su sitio, encuentro que ahí también hay cosas desordenadas, así que me pongo con ellas. Al final del rato (horas) que he dedicado a «ordenar» lo único que he conseguido es tenerlo todo empantanado (cómo me gusta y me asusta al mismo tiempo esta expresión) y que la casa parezca todavía más desordenada.

    Lo curioso es que ésto no me suele pasar en el trabajo (aunque sí dejo que las distracciones me desconcentren y eso provoca que, al final, le dedique a algo más tiempo «bruto» del que debería.

    Como he leído que Agosto lo vas a dedicar a una desintoxicación mental, yo aprovecharé para leerme bien tu blog y tus consejos, e intentar ir poniendo algo en práctica.

    Un saludo y muchas gracias!

    1. Hola Lorena!

      En primer lugar, muchas gracias por tu comentario. No soy una experta en el tema y todo lo que escribo aquí, lo hago basándome en mi propia experiencia y en lo que me ha ido funcionando a mí.

      Cuando quieras deshacerte de algo y la gente de tu alrededor se oponga a ello, puedes proponer ponerlo en período de prueba. Busca una caja donde reunir todo lo que vayas encontrando y que quieras reciclar o vender y si en 6 meses no se ha usado, quedará demostrado que no es necesario seguir teniéndolo. Esto es sólo un ejemplo de lo que se podría hacer, pero el verdadero objetivo es demostrar a tu familia las ventajas de vivir una vida con menos cosas y menos desperdicios sin tener que obligar a nadie a hacer cambios que vayan en contra de su voluntad.

      Estoy segura de que el libro «La magia del orden» de Marie Kondo te gustará tanto como me gustó a mí. Uno de los puntos básicos que comenta en el libro se adapta perfectamente a lo que te está pasando de sentirte frustrada y agobiada al tratar de ordenar, verte incapaz, y terminar por tenerlo todo «empantanado» como dices (qué expresión tan genial!). Marie Kondo explica que por mucho que tratemos de ordenar todas nuestras posesiones, la casa no se verá más ordenada ya que la raíz de nuestro problema es la cantidad de cosas que tenemos. Una estantería con 40 cosas siempre se verá más desordenada que una estantería con 3 cosas, puesto que se pierde la sensación de espacio.

      Por tu comentario, entiendo que tu familia se opone totalmente a hacer una gran limpia de cosas en casa. Empieza primero por tratar de limitar aquello que adquirís, ya que por mucho que nos deshagamos de lo que tenemos, si seguimos comprando y acumulando estaremos en la misma situación: establece una regla de «entra uno, sale uno», si alguien quiere adquirir algo, primero tendrá que vender o donar algo que ya posee. Limitar lo que compras impacta directamente en nuestros gastos, prueba a registrar tus gastos mensuales y a mostrar el ahorro que supondría consumir sólo lo necesario. En resumen, trata de encontrar la manera de convencer sin obligar, mostrando las ventajas de llevar una vida más sencilla.

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